jueves, 19 de mayo de 2011

Muerta a laburar

Doy vueltas en la cama. Tengo sueño pero no puedo dormir. La cabeza me maquina. ¿Motivo? El trabajo.
Cada día lo soporto menos.
No me molesta trabajar, porque de algo hay que vivir, y tampoco me sale ser una mantenida; me molesta particularmente lo que hago.
Apenas entré, allá por febrero del 2007, me dije que solo sería por un tiempo. Hasta que me recibiera.
Ya pasaron algunos años, ya me recibí, y sigo haciendo lo mismo. Con menos paciencia que en aquel entonces.
Busqué trabajo sobre mi profesión (soy periodista) y aún no pasó nada. No me doy por vencida, sigo buscando.
Pensé en hacer algo por mi cuenta como una revista o armar un programa de radio pero para eso necesito plata. Y si no trabajo no lo puedo hacer. Es como una cadena.
Detesto trabajar en el Departamento de Relaciones Institucionales y comunicación social, donde la comunicación llega con deelay a la hora de informarnos a nosotros (a mis compañeros y a mi) sobre ciertos temas.
Detesto que los medios de comunicación sepan antes que yo, que trabajo en ese lugar, sobre la prohibición de X producto. También detesto que los noticieros no den la información correcta, en especial Guillermo Lobo. ¿Chequeará la información? Creo que no. Eso me consta.
Detesto que a nadie le importe sobre las quejas de los consumidores. Mejor las archivan, total la persona en algún momento se va a cansar de mandar e-mail, ponele.
Detesto ser yo –o mis compañeros- quienes debamos poner la voz en nombre de la administración ante los insultos, quejas o mal estar de la gente por la falta de información.
A ninguno de los directivos les importa si contamos con suficiente información para brindar. Casi siempre es básica o nula. Las bases de datos no están actualizadas y para buscar la respuesta a una consulta hay que hacer un trabajo de hormiga para rastrear la información.
Detesto también no tener vida. La que tenía antes, cuando frecuentaba amigos y familia. Es que a veces también trabajo fines de semana o feriados. Ni hablar de los horarios. Nunca tuve horarios fijos. Así no podes planificar nada.
Si, detesto lo que hago.
Me da vergüenza tener que trabajar ahí, más siendo periodista, donde la comunicación interna brilla por su ausencia.
No quiero quedarme atascada en esto. No quiero quejarme de por vida.
Por las noches me la paso llorando de impotencia, angustiada. Pensando como resolver eso.
Este trabajo no va más, siento que me va consumiendo de a poco. Es más, ya no me reconozco. Hace tiempo me perdí ¿Cómo es que pasó? ¿Cómo lo permití? ¿Por qué dejé de hacer las cosas que me apasionaban? Ya no tengo ganas ni fuerzas. Es un desgaste mental permanente. Lo único que espero es que tenga retorno.
Mi vieja me aconseja que no lo deje, que lo que gano por mes no lo voy a conseguir con otro trabajo. Seguramente tiene razón pero ¿Qué precio tengo que pagar?

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